
Las cifras del descenso del negocio de la Industria Audiovisual son como para salir corriendo, pero son las que son y no cabe decir nada más sobre un hecho que es una realidad.
Las razones por las que se ha llegado a esta situación, son ni más ni menos la consecuencia de una falta de previsión, estrategia, medidas y decisión.
Cuando apareció el cine, la gente del teatro decía que iba a ser la ruina y que el teatro desaparecería como tal. Cuando apareció la televisión, los del teatro y los del cine vieron a esta como el “terminator” de sus negocios. Cuando apareció el video, la industria del cine y de la música pensaban que el video acabaría con ellos. Ahora todos piensan que Internet es la Apocalipsis del negocio del entretenimiento y la cultura.
El tiempo y la realidad han demostrado que las cosas no son así. Lo que ocurre es que los modelos de negocio cambian, cambian los hábitos de consumo y cambian los soportes.
Por mucho que se hubiesen empeñado en su momento los gobiernos, las sgaes y los monjes copistas, en anular o limitar el desarrollo de la imprenta, su evolución era imparable.
Ahora pero “a lo bestia”, Internet es imparable.
Parte del problema está en el apego a lo tradicional, en el empeño de querer mantener lo establecido y en no ver ni querer apostar en pleno Siglo 21 por la tecnología y por la realidad de los cambios.
Algunos de nosotros, hace no mucho tiempo, hemos podido escuchar por parte de ejecutivos de grandes compañías de Hollywood, que el paso del negocio físico de distribución de películas en DVD a la distribución electrónica, sólo se justificaría cuando los márgenes comerciales vía Internet fuesen mayores que los producidos por la venta física. Es decir que había que esperar a que los ciudadanos estuviesen encantados y dispuestos a pagar más dinero por una película descargada sin más en tu ordenador, que por una copia en DVD comprada en la FNAC con su disco, su caja, su carátula, sus gastos de distribución, de almacenaje, de marketing, sus comisiones comerciales, su margen para la tienda etc, etc.
Esto es lo que se entiende por falta de previsión.
En la misma dirección y justificando los intereses a corto y medio plazo de Hollywood, los Estudios, protegiendo los ingresos provenientes de la explotación de sus productos en Cines, TV y DVD, se han empeñado en mantener unos tiempos de exclusividad para estos canales de distribución sin considerar el poder de la globalización y la rapidez de distribución en Internet. La consecuencia ha sido un adelantamiento por la derecha de Internet a los canales tradicionales de distribución, pero sin que los que se podían haber beneficiado más de este canal, los Estudios, hayan podido sacarle hasta la fecha la tajada adecuada.
Cuando alguien se queja de que desde otro país fuera de España no se pueda acceder al contenido cinematográfico de portales españoles como filmotech o pixbox, no es un problema de los portales españoles, es un problema de los derechos de los contenidos. Exactamente igual que si desde España quieres alquilar una película en el iTunes de Estados Unidos.
Esto es lo que se entiende como falta de estrategia.
Al margen de la inteligencia o torpeza de algunos directivos de estas empresas, al margen de una clara falta de previsión y de estrategia, lo que está claro es que alguien tiene que defender los derechos del artista que crea una obra o del productor que invierte su dinero en hacer una película, de lo contrario ni al artista ni al productor le quedarán ganas ni dinero de volver a crear o a invertir.
Por justicia además, si has disfrutado con la obra de cualquier creador lo suyo es que este reciba la compensación económica que le permita entre otras cosas continuar con su trabajo.
La situación se ha complicado porque el modelo de negocio ha cambiado. Y en este nuevo escenario, los hay que están resultando más perjudicados que otros, aunque también los hay que están encantados porque se han aprovechado precisamente de ese cambio.
Hace unos días actuó en Madrid Arcade Fire. Un grupo canadiense independiente que con tres discos en el mercado agotó por anticipado las casi veinte mil localidades del Pabellón de Deportes de Madrid, a 45 € por barba la entrada. Prácticamente sin promoción tradicional Arcade Fire, como muchos otros grupos independientes, son lo que son gracias exclusivamente a Internet y a esos miles de blogs y de blogeros que escriben, recomiendan y promueven a artistas en Internet como Arcade Fire.
De siempre, los artistas y sus compañías de discos han mantenido unas relaciones de amor y odio que en muchas ocasiones han desembocado en sonoras demandas judiciales, originando entre otras cosas los movimientos y el deambular de los artistas por los diferentes sellos discográficos.
La razón fundamental de firmar con una compañía de música era hasta hace nada, que la compañía disponía del dinero y de las herramientas para marketear al artista y producirle su disco.
Una vez más hay que recordar que el modelo ha cambiado y ahora muchos artistas se producen su disco y con Internet se lo promueven. Luego, eso sí, hay que venderlo.
En este caso los más perjudicados son las compañías de discos, mientras que los artistas más creativos e independientes se buscan hoy la vida de forma más fácil de lo que lo hacían antes.
Continúan por supuesto los grandes artistas en las grandes compañías, pero esta crisis está haciendo que se reduzca el recorrido que tenían antes y que la producción y el marketing tengan que ser algo más limitado.
En el caso de la Industria cinematográfica la situación es más complicada, ya que producir una película es mucho más caro que hacer un disco y el éxito o no de lo producido te lo juegas prácticamente en el primer fin de semana del estreno, con lo que el esfuerzo e inversión de marketing y copias para los cines es mayor, ya que hay que cubrir todos los frentes publicitarios y estar presente en un número importante de salas.
Además, mientras que con la música cuanto más suena tu disco aunque sean copias no autorizadas, más aumenta tu popularidad y tu caché de cara a tus actuaciones en vivo, con las películas, si te llega una copia y la ves aunque no sea en perfecta calidad, es muy improbable que vayas a verla al cine, te la descargues pagando o que te la compres en DVD, total “ya la has visto”.
Por lo tanto, en el cine incluso el problema es mayor, ya que la distribución del contenido no autorizado no beneficia a nadie de la cadena de producción ni de comercialización.
La solución que debería haberse tomado hace tiempo pasa por plantar cara y competir con lo que está dañando el negocio, y no esperar a que se consuma todo un proceso de penalización al usuario que ve como entre otras cosas , se le condena a tener que pagar cánones digitales por si acaso se le ocurre copiar… o no.
Es una realidad que Internet ha favorecido en algunos casos a través de su tecnología unos usos de los contenidos, al menos cuestionables, que antes no preocupaban y nadie se planteaba combatir. Pero dado que Internet está aquí y para quedarse , lo que hay que hacer es moverse, actuar y dejar de lamentarse.
Que hay que regularizar , legislar, actualizarse, poner orden y llegar a acuerdos, es algo innato al momento y al cambio que se está produciendo. Lo que no se puede hacer es pretender que todo siga igual. Ha habido un cambio y hay que adaptarse.
Igual este nuevo modelo implica que no se puede volver a ganar tanto como se ganaba antes. O que para ganar lo mismo haya que vender más aunque con menos margen. Internet es un medio que sin duda puede favorecer y ayudar en este nuevo planteamiento.
También, quizás hay que entender que este cambio afecte al “Stars Sistem” tal y como lo hemos conocido hasta ahora, de tal forma que las estrellas van a tener que perder algo de brillo, cobrar un poco menos y las menos brillantes serán más fugaces y acabarán desapareciendo.
Si a través de Internet se proporcionan contenidos sin autorización pero con inmediatez, aunque de baja calidad, hay que competir y ofrecer en Internet esos contenidos con todas las autorizaciones, antes que nadie y con toda la calidad que sea posible. El que da primero da dos veces y además no deja espacio para el otro.
Si a través de Internet se ofrecen contenidos gratis aunque con mala calidad, es la gran oportunidad de los propietarios de los derechos para poner a disposición de los consumidores, los contenidos, con todas la de la ley, a precios razonables, competitivos y con calidad. Para eso son los propietarios.
Que la industria actúe de forma proactiva en Internet, no significa que tenga que acabar con su distribución tradicional, sus tiendas de discos o de DVD, los Cines ni las Televisiones. Hay que verlo como una gran oportunidad, un nueva vía y una ocasión magnífica para diversificar y promover el contenido.
Hoy por hoy, las ventas que se generan por Internet no se puede decir que compensen la pérdida de las generadas por los canales físicos, pero haciendo las cosas de manera ordenada y decidida, lo que debería ser el objetivo es precisamente frenar la precipitación general de las ventas, potenciando el formato y soporte digital que proporciona Internet.
Si Internet por su fácil acceso, su universalidad, su inmediatez, su modernidad y su futuro imparable está poniendo en jaque el actual y tradicional sistema de distribución de música y cine, ¿no sería más inteligente cambiar de actitud, apoyar y favorecer, en lugar de demonizar y ver como una amenaza lo que precisamente la gente quiere, le gusta y utiliza?.
Hay que competir y ofrecer al consumidor lo que demanda, ya sea porque es simplemente lo que se lleva o porque es, en ese momento, la manera en que quiere y está dispuesto a consumirlo.
Esto es lo que se entiende por medidas y decisión.
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